Las capacidad de comunicarse con personas que están a kilómetros y miles de kilómetros de distancia de manera inmediata es ya una cuestión de nuestro día a día. Llamar a nuestros padres que viven en otra ciudad, mandar un correo electrónico a nuestro jefe que se encuentra en otro país o publicar un tweet que podrá ser leído instantáneamente en cualquier lugar del mundo son acciones completamente normales y cotidianas.
Vivimos rodeados de satélites, antenas, móviles y ordenadores que nos permiten comunicarnos con cualquier persona en cualquier lugar del mundo, pero ¿cuándo empezamos los seres humanos a desarrollar tecnologías para comunicarnos a distancia? ¿Cuándo podemos decir que empezaron las telecomunicaciones? Seguramente, la primera respuesta que nos venga a todos a la cabeza será fijar el inicio con el descubrimiento formal de la transmisión de electricidad (Stephen Grey, 1729) y todo lo que trajo consigo: telegrama, teléfono, microprocesadores, internet, Tinder, etc. pero los orígenes están mucho antes.
Las telecomunicaciones antes del desarrollo eléctrico
En un mundo pre industrial, el ser humano solo podía recurrir a las dos formas de transmisión de mensaje que conocía: sonido e imagen, que además viajaban a una velocidad mucho mayor a la que podía alcanzar ningún ser vivo. Así, metidos visuales como las almenaras y las señales de humo, o sonoros como los tambores o cuernos fueron las primeras soluciones para tratar de transmitir mensajes a largas distancias.
Los primeros vestigios “históricos” de su uso los podemos encontrar en ‘Agamenón‘ del dramaturgo griego Esquilio (525-456 A.C.), donde el personaje que da título a la obra comunica a su mujer Clitemnestra, que se encontraba en la Argos, la victoria de los aqueos sobre Troya. El método para hacer llegar las noticas a su reino fue una cadena de señales de fuego.
Sin abandonar grecia, el historiador griego Polibio (204-122 A.C.) narra el funcionamiento del “telégrafo hidráulico“, desarrollado por Eneas “el Táctico” 21 siglos antes del ya mencionado descubrimiento de Stephen Grey. Este telégrafo estaba formado por dos cubas de agua provistas de sendos grifos y, sumergida de forma vertical, una tablilla con los signos y señales que se iban a transmitir. La persona que emitía el mensaje indicaba con antorchas el momento en el que ambos debían abrir y cerrar el agua, de tal forma que el nivel del agua indicaba qué mensaje de la tablilla se deseaba transmitir.
Por suerte o por desgracia, ninguno de estos métodos ni se desarrollaron ni extendieron de forma masiva, siendo el correo postal la principal forma de telecomunicación casi los dos siguientes milenios. Ya en la Edad Contemporánea se inventaría y extendería el “Telégrafo Óptico”, el primer sistema de telecomunicación moderno. Desarrollado por Robert Hooke en 1684, no se extendería su uso hasta la Revolución francesa (1789) cuando imperaba la necesidad de transmitir órdenes de una manera rápida y precisa. El sistema consistía en una serie de estructuras con brazos móviles que se movían mediante un sistema de cuerdas y poleas para adoptar una serie de posiciones cuyo significado había sido definido previamente.
Alexandro Volta, la pila voltaica y el nacimiento del telégrafo
Ya en el Siglo XIX Alexandro Volta presentaría en la Royal Society un invento capaz de generar corriente continua y en 1832 un diplomático ruso, Pavel Schilling, construiría el primer telégrafo electromagnético; poniendo inicio a las telecomunicaciones tal y como las conocemos a día de hoy.
Vía: https://ielektro.es/2018/04/06/telecomunicaciones-antes-electricidad/
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